domingo, 25 de julio de 2010
domingo, 13 de junio de 2010
Mantiene tu espíritu con humor
si por un desengaño juntaste mucha bronca
y si por un desengaño juntaste mucha rabia
pero vamos que nada es para tanto y tanto no lo es todo,
ante todo con firmeza mantiene tu espiritu con humor
vence tus tabues deja atrás tu timidez
si en verdad lo necesitas ve a buscar lo que te gusta
no te engañes no te mientas que nada es para tanto
y tanto no lo es todo ante todo y
con firmeza mantiene tu espíritu con humor.
viernes, 4 de junio de 2010
accept yourself!
So, how do I feel about my life?
Anything is hard to find
When you will not open your eyes
When will you accept yourself?
-mi nuevo amor musical-
jueves, 27 de mayo de 2010
La rebelión contra la influencia de la sociedad resulta mucho más difícil para el individuo que la rebelión contra el Estado, aún cuando sea con frecuencia tan necesaria como ésta. De hecho, la tiranía social, que a menudo es aplastante y funesta, no reviste la forma violenta y despótica que caracteriza al poder del Estado. Su acción es más tácita, suave y subrepticia, pero al mismo tiempo más profunda y potente que la del Estado. Se ejerce a través de las costumbres, los hábitos, las tradiciones, los prejuicios, las valoraciones y constituye lo que se suele denominar ‘opinión pública’. Rodea y abraza al individuo desde que éste nace hasta más allá de su muerte; configura su existencia y, en este sentido, puede decirse que cada hombre es un cómplice de sí mismo. Y lo más grave de todo esto es quizás el hecho de que tan tremenda y avasallante influencia, precisamente por ser tal, no suele llegar siquiera al nivel de la conciencia. Revelarse contra la influencia de la sociedad supone, pues, rebelarse contra sí mismo.
Fragmento de un ensayo de Capelletti sobre Mijail Bakunin.
martes, 25 de mayo de 2010
Mijail Bakunin
domingo, 16 de mayo de 2010
Vietato introdurre biciclette
Para una bicicleta, ente dócil y de conducta modesta, constituye una humillación y una befa la presencia de carteles que la detienen altaneros delante de las bellas puertas de cristales de la ciudad. Se sabe que las bicicletas han tratado por todos los medios de remediar su triste condición social. Pero en absolutamente todos los países de la tierra está prohibido entrar con bicicletas. Algunos agregan: ‘y perros’, lo cual duplica en las bicicletas y en los canes su complejo de inferioridad. Un gato, una liebre, una tortuga, pueden en principio entrar en Bunge & Born o en los estudios de abogados de la calle San Martín sin ocasionar más que sorpresa, gran encanto entre telefonistas ansiosas, o a lo sumo una orden al portero para que arroje a los susodichos animales a la calle. Esto último puede suceder pero no es humillante, primero porque sólo constituye una probabilidad entre muchas, y luego porque nace como efecto de una causa y no de una maquinación preestablecida, horrendamente impresa en chapas de bronce o de esmalte, tablas de la ley inexorable que aplastan la sencilla espontaneidad de las bicicletas, seres inocentes.
De todas maneras, ¡cuidado, gerentes! También las rosas son ingenuas y dulces, pero quizá sepáis que en una guerra de dos rosas murieron príncipes que eran como rayos negros, cegados por pétalos de sangre. No ocurra que las bicicletas amanezcan un día cubiertas de espinas, que las astas de sus manubrios crezcan y embistan, que acorazadas de furor arremetan en legión contra los cristales de las compañías de seguros, y que el día luctuoso se cierre con baja general de acciones, con luto en veinticuatro horas, con duelos despedidos por tarjeta.
Julio Cortázar